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Pilar: Como se ve y como se siente.

  • concienciaactivacup
  • Oct 29, 2015
  • 4 min read

Andén 14, interurbano Malvinas Argentinas, y la gracia de que sean asientos numerados que pocos respetan. De un sábado a un miércoles el colectivo aumentó dos pesos, y el segundo día vimos aún más mugre y vehículos en mal estado. El trayecto hasta Pilar captó nuestra atención, y no justamente por presentar paisajes hermosos; por el contrario, una triste realidad, tan cercana, nos golpeó a través de la ventana: pastizales quemados, ranchos, animales sueltos y vagones abandonados; todo bordeado por una vía que denota el abandono y el paso del tiempo.

Llegando a Pilar, previo paso por Río Segundo, el ambiente va cambiando. La siesta estaba en su auge y eso dejo ver que la ciudad (la gente del lugar no aprueba que se lo llame pueblo) tiene un tinte tradicional: poco o nada de movimiento durante la calurosa hora de la siesta; las calles, considerablemente anchas, relucían una limpieza que poco vemos en nuestra ciudad y los locales, todos cerrados, indicaban que era hora de descansar.

El recorrido por el lugar desembocaba siempre en una plaza central rodeada de altas palmeras. Como el corazón de la ciudad, concentra a su alrededor la mayoría de los pequeños negocios; y recibe, ya pasada la siesta, a la gente que empieza a acercarse. Pero además, permite aprender de historia: en su centro, se elevan las estatuas de los personajes históricos más influyentes de Pilar: Manuel Belgrano, San Martín… como también los primeros empresarios que pusieron su fe productiva en la pequeña colonia que de a poco se alzaba.

Por su parte, en la plazoleta cercana al terreno de Gendarmería nacional, los niños corren entre las estatuas de personajes famosos, como toda la vecindad del Chavo, Bugs Bunny, y Mickey; pero por sobre todo disfrutan de muchos juegos mientras las madres se distraen en charlas y risotadas.

Si bien al principio pareció un lugar algo descolorido, a medida que avanzaba la tarde y se abría el sol entre las nubes, la gente resurgía de la siesta para pasar una tarde de invierno que se confundía con una de verano. Jóvenes parejas relajadas en las heladerías compartiendo un rato juntos; abuelos y amigos en los bares tomando una cerveza y contándose las últimas novedades; familias que como en la época de antes tomaban mate en la vereda de sus casas, sentados cómodamente sobre sus reposeras multicolores, algunos grupitos de preadolescente andando en bicicletas.

El paisaje pintoresco comenzó a desdibujarse a medida que nos adentramos en los barrios periféricos (la misma municipalidad establece la división entre centro y periferia).Nos sorprendió ver la diferencia de condiciones entre unos barrios y otros; y la cantidad de perros callejeros y animales como gallinas, pollos, y caballos utilizados para tirar carros. Las casas eran bastante precarias y disminuía el número de alumbrado público; las calles se mostraban irregulares y no asfaltadas: realmente nos planteamos hasta qué punto tendrían las necesidades básicas satisfechas.

En lo que respecta a los barrios “centrales” en los mismos se entremezclan casas más llamativas con otras más sencillas. Algunas calles están asfaltadas, pero faltan muchas. Se ve mucho verde, y predomina la limpieza. Los niños juegan al fútbol en las calles y hay muchos kioscos y panaderías.

Nuestra gran decepción fue no poder conocer la “Capilla Histórica de Pilar” ubicada frente a un frondoso bosque que las quinceañeras eligen para las fotos previas a la fiesta. La capilla, que data del siglo XVIII, fue testigo de numerosos acontecimientos vinculados a las guerras de la independencia y a las luchas civiles entre Unitarios y Federales; pasando por sus espacios el General Manuel Belgrano (1819). Pudimos, por suerte, ver la Iglesia ubicada frente a la plaza principal, en la cual se estaba dando misa.

Por último, (cruzando el puente rojo) pasamos por el río que hace de frontera entre Pilar y Río Segundo: un ancho caudal de agua que aunque presenta poca orilla para asentarse, sirve de paisaje a los deportistas que salen a caminar y a ejercitarse por la vía construida a su alrededor. Del lado de Pilar hay Campings donde se puede ir a comer un asado, tomar algo o tan solo pasar un rato de diversión con amigos y familia. En la rivera del frente la gente opta por hacer ejerció y salir a correr.

En la segunda aproximación, aunque fue breve, tuvimos la oportunidad de tratar con algunos lugareños que, afortunadamente, fueron sumamente amables y serviciales con nosotras y respondieron de buena gana las preguntas que les hacíamos. Mucha actividad en general, especialmente en el dispensario que ya a las 8:45 de la mañana estaba repleto de pacientes esperando a ser atendidos.

El servicio de transporte interurbano pasa respetando la frecuencia y el horario, aunque llamó nuestra atención el estado de la Ruta 9, que conecta Córdoba con Pilar atravesando las localidades de Toledo y Río Segundo: prácticamente ninguna luminaria en funcionamiento durante la noche y el pavimento parchado casi en su totalidad, con algunos pozos pequeños.

Poco a poco el pueblo (escucho a la gente del lugar diciendo c i u d a d) fue interesándonos, tanto por su fisonomía como por su funcionamiento. Y obviamente por su gente, que conociéndose entre todos, nos miraban como extrañas que andaban con su mochila y cuadernitos en la mano.


 
 
 

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